EL MINISTRO DION DECLARA EN ESPAÑA QUE ESE PAÍS Y CANADÁ
TIENEN LA RESPONSABILIDAD DE MOSTRAR AL MUNDO LAS VENTAJAS DEL PLURALISMO
LINGÜÍSTICO Y CULTURAL DENTRO DE UN MISMO ESTADO
(MADRID, ESPAÑA) – Durante una ceremonia en la que la Universidad
Carlos III de Madrid le otorgó un doctorado honoris causa, el Presidente
del Consejo Privado y Ministro de Asuntos Intergubernamentales, Stéphane Dion,
precisó todo lo que su recorrido intelectual debe a sus contactos con España.
Tras afirmar cuán honrado se sentía por recibir semejante honor de una
prestigiosa universidad española y expresar su agradecimiento a su familia,
profesores, colegas universitarios, así como al Primer Ministro Jean Chrétien,
el ministro describió en su discurso el papel decisivo desempeñado por España
en el progreso de la democracia a finales del siglo XX.
El ministro declaró que cuando tenía 20 años y estudiaba ciencias
políticas, a mediados de los años setenta, un avance semejante de la
democracia parecía poco probable. En aquel momento, América Latina, África,
Asia, Europa del Este y una parte de la Europa mediterránea estaban sometidas a
regímenes autoritarios o totalitarios, recordó. Por otra parte, las teorías
colectivistas estaba de moda, añadió: "Algunas corrientes de la
sociología política veían en las culturas nacionales un determinismo tal que,
por ejemplo, se llegaba prácticamente a la conclusión de que existía una
incompatibilidad insuperable entre los países católicos y latinos, y la
democracia llamada de tipo anglosajón. La corriente marxista, por su parte,
anunciaba la llegada ineluctable del colectivismo comunista".
Ahora bien, lo que ocurrió, en los años siguientes, fue todo lo contrario a
una limitación del espacio democrático y la libertad individual, destacó el
Sr. Dion: "La humanidad vivió uno de los fenómenos más positivos de
su historia: el avance fulgurante de la democracia en todos los continentes. Y
¿dónde se inició esta revolución mundial? En Grecia, en Portugal, en
España, dicho de otro modo, en el Mediterráneo, cuna eterna de la
civilización".
El ministro insistió en el papel desempeñado por España en ese feliz
acontecimiento: "Creo, desde hace mucho tiempo, que uno de los héroes
del siglo XX fue Su Majestad el Rey Juan Carlos I. En lugar de escuchar las
voces fatalistas que clamaban que los pueblos latinos no estaban hechos para la
democracia, creyó en el destino democrático de una España lista para asumir
su pluralismo. Y al hacerlo, fue no sólo el destino de España el que se
decidió; podemos creer que, quizás, fue también el de la humanidad".
El Sr. Dion también habló de las relaciones entre la democracia liberal y
los nacionalismos que se plantean en los países multiculturales y plurilingües
como España y Canadá. El ministro se preguntó sobre el modo de lograr que el
nacionalismo sea un principio de ayuda mutua y no una incitación a cerrarse en
sí mismo e incluso a odiar a los otros. "Creo que la respuesta reside
en la promoción constante del pluralismo identitario. En una sociedad liberal,
hay que aceptar que los ciudadanos tengan diferentes formas de definirse con
respecto a la colectividad. Lo importante es que ese pluralismo de las
identidades colectivas cree una dinámica que propicie la ayuda y comprensión
mutuas", destacó el Presidente del Consejo Privado, añadiendo que él
mismo se negaba a tener que escoger entre su identidad quebequesa y su identidad
canadiense.
El Sr. Dion describió de qué forma su experiencia de España y de los
debates nacionales que tienen lugar en ella le han ayudado a darse cuenta de
hasta qu é punto el debate que tenemos en Quebec, en cuanto a saber si debemos
aceptar o rechazar nuestra pertenencia a Canadá, tiene un carácter universal:
"Me dije que Canadá tenía algo mejor que hacer, en este principio de
siglo, que ofrecer al mundo el espectáculo de su ruptura. Debía, al contrario,
demostrar al resto del mundo que era posible y conveniente lograr, en un
espíritu de ayuda mutua, tolerancia y armonía, la cohabitación de poblaciones
con idiomas y culturas diferentes dentro de un mismo Estado".
Entre la secesión y la democracia existe una antinomia que dificulta la
compatibilidad de esas dos nociones, subrayó el ministro: "Estoy
convencido de que la democracia nos exige aceptar a todos nuestros
conciudadanos, sin distinción de raza, religión ni pertenencia regional. La
secesión, por su parte, significa que entre nuestros conciudadanos escogemos
los que aceptamos y los que queremos transformar en extraños. La misión de los
ciudadanos que viven en democracia no es transformarse en extraños los unos
respecto a los otros".
"Esta convicción es fruto, en parte, de los intercambios de ideas
mantenidos con ciudadanos de su país", a ñadió el Sr. Dion.
El ministro afirmó asimismo que un país tiene más posibilidades de mejorar
cuando todos sus ciudadanos sienten una fuerte solidaridad los unos hacia los
otros, y cuando consideran sus diferencias lingüísticas, culturales o
religiosas como una complementariedad fructífera, nunca como una amenaza o una
fuente de división."Sé que es el ideal que persiguen en España,
animados por sus logros, y sin retroceder ante un terrorismo que el gobierno del
que formo parte condena enérgicamente en nombre de todos los canadienses".
"Los contextos nacionales son diferentes, pero la búsqueda de los
españoles y de los canadienses es la misma. Permítanme asegurarles que no
están solos en sus esfuerzos para construir una sociedad cada vez más
tolerante y abierta a su propia diversidad. Los canadienses también ven con
claridad que su país no avanzará hacia un mayor bienestar y prosperidad si no
es mediante la unidad en la diversidad".
El Sr. Dion concluyó su alocución afirmando: "Ésta es la
enseñanza que he podido extraer de mi vida de viajes, estudios y acción. El
doctorado honoris causa que me otorgan hoy significa para mí, ante todo, un
estímulo para seguir luchando por esos ideales de libertad y solidaridad humana".
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