Federalismo en Argentina y
Canadá:
cinco criterios de comparación
para aprender
mejor unos de otros
Notas para una alocución
del Honorable Stéphane Dion
Presidente del Consejo Privado y
Ministro de Asuntos Intergubernamentales
Facultad de Derecho
Universidad de Buenos Aires
Buenos Aires (Argentina)
3 de mayo de 2001
Compárese con la alocución
pronunciada
Las
relaciones entre Argentina y Canadá experimentaron un gran surgimiento
durante la década de 1990. Entre 1992 y 2000, el volumen del comercio entre
ambos países casi se triplicó y se multiplicó la cooperación en los
campos de las ciencias, las artes, la cultura y muchos otros. Teniendo en
cuenta la diversidad de nuestros intereses comunes, no sorprende que la
delegación que acompaña a la Jefa de Estado, la Muy Honorable Adrienne
Clarkson, Gobernadora General de Canadá, esté integrada por parlamentarios,
líderes indígenas, universitarios, artistas, científicos y empresarios.
Tras la celebración de la Cumbre de las Américas en Quebec, que concluyó
el día 22 de abril, nuestros dos países se aprestan a mantener relaciones
cada vez más estrechas, intensas y fructíferas.
De
igual manera, estamos interesados en que nuestros dos países se conozcan
mejor. En ese sentido, el hecho de que el federalismo sea una característica
común de nuestros países nos será útil. Por supuesto, nuestras dos
federaciones son diferentes en bastantes aspectos. Sin embargo, compararlas
ciertamente nos servirá como medio para conocernos mejor e intercambiar
experiencias en materia de federalismo.
Ésa
es, por otra parte, la vocación del Foro de Federaciones: contribuir al
acercamiento entre los países federales basándose en su sistema político
común. Por esa razón, agradezco al Foro de Federaciones y a la Asociación
Conciencia por haber organizado este encuentro aquí, en la Facultad de
Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Esperamos que este tipo de
encuentro se repita con frecuencia, no sólo en las universidades argentinas
y canadienses, sino también en las universidades de las otras cinco
federaciones de nuestro hemisferio: Brasil, Venezuela, Saint Kitts y Nevis,
México y Estados Unidos.
Sin
duda, los países que acabo de mencionar - al igual que los diecisiete países
federados que existen en todo el mundo - son muy diferentes entre sí.
Algunas de dichas federaciones corresponden a países muy ricos, otras a países
menos desarrollados; algunas son países de territorio y población inmensos,
otras pertenecen a países de superficie y población modestas.
A
pesar de lo anterior, el hecho de que todos esos países sean federaciones
repercute sobre su vida política No pretendo ser un experto de la situación
argentina, pero sé que no es posible comprender la situación en Canadá
sin tener en cuenta que es una federación. Irrefutablemente, las relaciones
entre el gobierno federal y los gobiernos de las provincias y territorios
canadienses constituyen una de las características fundamentales de mi
país.
Me pregunto, incluso, si existirá en el mundo un país más marcado por sus
relaciones intergubernamentales que Canadá.
Distingo cinco razones por las cuales las relaciones entre el gobierno
federal y las provincias canadienses ejercen una influencia fundamental
sobre el funcionamiento de mi país. Describiré esas cinco razones, a fin
de presentarles un panorama del federalismo canadiense que les permita
juzgar, por sí mismos, si existen paralelos con el federalismo argentino.
Mi
objetivo no es, de ninguna manera, tratar de determinar cuál de esos dos
federalismos es preferible; cada federación evoluciona a su manera.
Simplemente busco proponer criterios de comparación que les permitan a
ustedes comprender mejor el federalismo canadiense. Quién sabe, quizás el
análisis del federalismo canadiense les permita enriquecer la comprensión
de su propio federalismo A modo de conclusión, propondré siete principios
de acción que, en mi opinión, conviene que observen todas las federaciones,
más allá de las diferencias que puedan existir entre las mismas.
1. La fuerza de nuestras provincias
En el
mundo de las federaciones, existen pocas entidades federales más poderosas
que una provincia canadiense. La Constitución de Canadá adjudica a las
provincias grandes competencias legislativas propias. El Artículo 75 de la
Constitución argentina reformada de 1994 asigna al gobierno federal
argentino responsabilidades que, en Canadá, constituyen facultades
constitucionales atribuidas exclusivamente a las provincias. Tal es, por
ejemplo, el caso del derecho privado o de la educación. En efecto, en Canadá
sólo los gobiernos provinciales están habilitados para legislar en materia
de educación, desde las escuelas primarias hasta las universidades.
En
Canadá, son muy pocas las políticas que el gobierno federal podría
implementar sin necesidad de cooperación con las provincias. Por ejemplo,
la negociación más difícil de los últimos años entre el gobierno
federal y las provincias ha girado en torno a la implantación de un nuevo
programa de ayuda financiera para estudiantes. En las federaciones modernas
- incluso en aquéllas donde, al igual que en Canadá, la educación es
competencia exclusiva de las provincias - la ayuda financiera para
estudiantes interesados en realizar estudios de posgrado es una
responsabilidad compartida. Sin embargo, en Canadá nuestros gobiernos
provinciales valoran tanto su autonomía que, cuando el gobierno federal
lanzó una iniciativa de ayuda financiera para estudiantes - iniciativa que
denominó "becas de estudio del milenio" - varias provincias la
consideraron un riesgo de invasión de sus competencias en materia de
educación. Fue necesario pasar por un arduo proceso de negociaciones antes
de poder implantar el programa de modo que resultara aceptable para todos
los gobiernos provinciales.
Incluso en materia de política extranjera, con frecuencia el gobierno
federal canadiense debe obtener el apoyo de los gobiernos provinciales. La
jurisprudencia constitucional ha acordado de manera inequívoca al gobierno
de cada provincia la libertad de decidir si aplica o no un tratado
internacional que toca uno o varios campos de su competencia. La aplicación
de un tratado de un alcance tan vasto como el del Área de Libre Comercio de
las Américas o del Protocolo de Kyoto necesariamente incumbe a las
competencias provinciales. Por esa razón, el gobierno federal de Canadá
realiza consultas muy estrechas con los gobiernos provinciales durante las
negociaciones de ese tipo de acuerdos.
Otra
fuente de poder de nuestras provincias - además del alcance de sus
competencias constitucionales en el plan legislativo - reside en su
capacidad fiscal y presupuestaria. La Tabla Nº 1
resalta, desde ese punto
de vista, el contraste entre las federaciones de nuestros dos países. En
cuanto a los ingresos autónomos de los tres niveles de gobierno (federal,
provincial y municipal) - es decir sus ingresos excluyendo las
transferencias que reciben de otros gobiernos - se puede ver que la parte
que corresponde a las provincias es mucho más elevada en Canadá que en
Argentina. El caso es el mismo en cuestión de los gastos directos - es
decir, los gastos de los gobiernos excluyendo las transferencias que hacen a
otros gobiernos. Por otra parte, el peso fiscal y presupuestario de las
provincias canadienses está reforzado por el hecho de que dependen menos
que las provincias argentinas de las transferencias federales para financiar
sus actividades.
2. El número reducido de nuestras provincias
Canadá
tiene pocas provincias: cuenta con sólo 10 provincias (además de tres
territorios), frente a 23 provincias (y un distrito federal) en Argentina,
23 estados en Venezuela, 26 estados en Brasil, 31 estados en México y 50
estados en Estados Unidos.
El número
relativamente reducido de nuestras provincias no deja de ser importante para
nuestra política. Ese hecho contribuye, por lo menos de tres maneras, a que
las provincias sean protagonistas fundamentales del sistema federal
canadiense. En primer lugar, facilita que la cohesión entre provincias sea
menos complicada. Una simple conferencia telefónica todavía resulta práctica
en el caso de diez provincias, pero ya no lo sería si fueran veinte o
treinta provincias.
En
segundo lugar, ese número reducido de provincias permite realizar
frecuentes reuniones interprovinciales o entre provincias y gobierno federal
en todos los campos, ya sea en materia de economía, asuntos sociales, medio
ambiente, agricultura. Rara vez transcurre más de una semana sin que tenga
lugar por lo menos una reunión semejante. En gran parte, la evolución del
sistema federal canadiense se debe al impulso derivado de todos esos
intercambios entre ministros o entre altos funcionarios.
En
tercer lugar, el reducido número de nuestras provincias evita la
fragmentación del poder provincial. Las provincias más grandes, como
Ontario y Quebec, pero también Colombia Británica y Alberta, poseen
estructuras político-administrativas de talla considerable en comparación
con las estructuras del gobierno federal.
3. La función de nuestra segunda cámara
Los
senadores canadienses no son elegidos, sino nombrados por el poder ejecutivo
federal. Ese hecho tiene dos consecuencias desde el punto de vista de
nuestro sistema federal.
En
primer lugar, esos senadores no electos no están en posición de competir
con los primeros ministros provinciales como portavoces de las provincias.
La situación es diferente en Estados Unidos, por ejemplo, donde es
necesario contar con los senadores por lo menos tanto como con los
gobernadores a la hora de determinar quién habla en nombre de los estados.
En
segundo lugar, como nuestros senadores canadienses son nombrados por el
ejecutivo federal - y no por los ejecutivos ni por las asambleas
legislativas de las entidades federales - el resultado es que, en Canadá,
las relaciones intergubernamentales tienen lugar entre ejecutivos claramente
diferenciados y sin vínculo parlamentario institucionalizado. No contamos
con una cámara federal de provincias similar a la que tiene, por ejemplo,
el modelo alemán de Bundesrat.
En
Argentina, ustedes tenían el modelo alemán y ahora el modelo
estadounidense. Los senadores argentinos que antes eran elegidos por las
asambleas legislativas de las provincias ahora serán elegidos directamente
por la población. Será interesante observar los efectos que dicho cambio
tendrá sobre la federación argentina.
4. Fuerza del poder ejecutivo frente al poder
legislativo
Existen veinticuatro federaciones en todo el mundo. Sólo cuatro de ellas
combinan el sistema parlamentario y el sistema de escrutinio de pluralidad
simple: Canadá, India, Malasia y Saint Kitts y Nevis. Esa combinación
tiende a producir - tanto a nivel federal como provincial - gobiernos
conformados por un solo partido y que, por lo general, están en posición
de hacer adoptar las leyes que proponen. De ello se desprende que, en
Canadá,
las relaciones intergubernamentales tienen lugar entre gobiernos fuertes.
Cuando el Primer Ministro de Canadá y los primeros ministros de las
provincias suscriben un acuerdo, normalmente cada uno de ellos está en
medida de implantarlo sin tener que negociarlo con una coalición
parlamentaria.
En
comparación con lo anterior, las federaciones de sistema presidencial -
tales como Argentina, Brasil, Venezuela, México y Estados Unidos -, al
igual que las federaciones de sistema de escrutinio proporcional, tienden a
tener relaciones intergubernamentales más difusas y profundamente marcadas
por los equilibrios entre el poder ejecutivo y el poder legislativo, al
igual que entre las coaliciones de partidos políticos.
En
Estados Unidos, la relación entre la Casa Blanca y el Congreso es la que más
llama la atención. En Canadá, la más importante es la relación entre el
Primer Ministro y los primeros ministros de las provincias. En varias otras
federaciones, se observa, sobre todo, el contexto cambiante de las
coaliciones parlamentarias. ¿Cuál es el caso en Argentina?
5. Existencia de un grupo minoritario a escala
nacional pero mayoritario en una de las entidades federales
Por
lo común, cuando un país federal tiene minorías étnicas, culturales,
lingüísticas o religiosas, estas últimas tienden a identificarse de
manera especial con el gobierno federal o con las instituciones federales en
general. Dichas minorías tienden a considerar la autoridad federal como una
protección. Ignoro si ése es el caso de las minorías en Argentina, pero
es un fenómeno que se observa con frecuencia.
La
situación es diferente, sin embargo, cuando una minoría es mayoritaria en
una de las provincias. En ese caso, la minoría tiende a identificarse sobre
todo con la provincia y las instituciones provinciales, pues es mayoritaria
en las mismas.
Canadá
tiene dos idiomas oficiales: el inglés y el francés. Los francohablantes
representan 24% de la población nacional, pero 86% de los mismos está
concentrado en una provincia, la Provincia de Quebec, donde representan 82%
de la población provincial. Por ello, no resulta sorprendente que los
quebequeses francohablantes agreguen, a su pertenencia canadiense, una
identificación propia de su provincia e instituciones.
Si en
uno de los estados importantes de Estados Unidos 80% de la población fuera
de origen hispánico, no cabe duda que la dinámica de la federación
estadounidense se modificaría. En Canadá, Quebec es la primera provincia
en términos de extensión territorial y segunda en términos demográficos.
El gobierno de Quebec desempeña un papel de primer orden en la promoción
de la autonomía provincial en Canadá. Más aún, la presencia en esa
provincia de un partido separatista en el poder o en la oposición desde
hace tres décadas, a menudo otorga a las relaciones intergubernamentales un
carácter existencial desconocido en las demás federaciones.
Conclusión
Ésos
son los cinco factores que, me parece, son fundamentales para explicar la
importancia excepcional que tienen las relaciones intergubernamentales en
Canadá. Ninguna otra federación combina la totalidad de esos cinco
factores. Estados Unidos no posee ninguna de esas características.
Australia reúne dos de esos factores: un número reducido de entidades
federales (sólo tiene seis estados) y la fuerza relativa del poder
ejecutivo en relación con el poder legislativo. Sin embargo, los estados
australianos tienen sustancialmente menos poderes y recursos autónomos que
las provincias canadienses; el senado australiano es elegido y Australia no
tiene una minoría nacional que sea mayoritaria en uno de sus estados.
Puedo
estar equivocado, pero me parece que sólo una de esas cinco características
se aplica, al menos en parte, a la Argentina: la fuerza del poder ejecutivo.
De otra manera, las federaciones de nuestros dos países difieren entre sí
en varios aspectos, elemento que habrá que tomar en cuenta a la hora de
conocernos mejor y aprender unos de otros.
Esa
mutua comprensión entre federaciones me parece necesaria porque creo que,
independientemente de los elementos que las diferencian, su buen
funcionamiento depende del acatamiento de ciertos principios fundamentales.
Dichos principios, en mi opinión, son siete y los enunciaré rápidamente,
a guisa de conclusión.
1. La
Constitución debe ser respetada. Las intrusiones en las competencias
legislativas crean una confusión que menoscaba la calidad de las políticas
públicas.
2. La
cooperación es una regla básica. La cooperación es más necesaria que
nunca debido a que las jurisdicciones de los diversos niveles
gubernamentales hacen referencia recíproca entre sí, en prácticamente
todos los sectores de actividad.
3. La
capacidad de acción de los gobiernos debe ser preservada. Es necesario
fomentar la capacidad de iniciativa e innovación en cada esfera de acción
autónoma.
4. La
federación debe ser flexible. La búsqueda de una acción común debe
tomar en cuenta la diversidad del país.
5. La
federación debe ser equitativa. Las federaciones deben favorecer la
redistribución entre sus entidades federadas, de tal manera que incluso las
menos afortunadas de dichas entidades estén en medida de ofrecer una
calidad de servicios aceptable a sus ciudadanos.
6. El
intercambio de información es esencial. Permite a los gobiernos
comparar su desempeño, evaluar sus iniciativas respectivas y establecer
entre ellos una emulación sana.
7. Las
respectivas contribuciones de los diversos gobiernos deben ser conocidas públicamente.
Los ciudadanos tienen derecho a saber qué funciones realizan sus gobiernos
y a poder evaluar su desempeño.
La
importancia de esos principios para Canadá me parece evidente. No digo que
nosotros los canadienses lleguemos a seguirlos enteramente, pero sí que
todos deberíamos esforzarnos por respetarlos en su integridad. ¿Que si
esos principios son válidos para el contexto argentino y otras federaciones
de América? Me inclino por creer que así es, pero lo dejo a criterio de
ustedes. Lo que deseo sobre todo, estimados estudiantes argentinos, es que
ustedes tengan la oportunidad de compartir sus reflexiones con los jóvenes
canadienses, brasileños y mexicanos, pues estoy seguro de que todos podríamos
beneficiarnos con este aprendizaje recíproco en materia de federalismo.
Tabla
Nº 1
Ingresos, gastos y dependencia fiscal de
los tres niveles de gobierno, en Argentina y en Canadá |
|
Ingresos
autónomos1 |
|
Gastos
directos2 |
|
Dependencia
fiscal3 |
|
Argentina4
% |
Canadá
% |
|
Argentina4
% |
Canadá
% |
|
Argentina4
% |
Canadá
% |
Federal |
60,1 |
45,5 |
|
53,3 |
38,1 |
|
0,0 |
0,0 |
Provincial |
30,5 |
42,8 |
|
37,1 |
42,0 |
|
23,7 |
16,4 |
Municipal |
9,5 |
11,7 |
|
9,6 |
19,9 |
|
10,2 |
41,3 |
Fuente : Argentina
: Ernesto Rezk (2000) (datos correspondientes a 1997).
Canadá : Cuentas nacionales de
Canadá (datos correspondientes a 1999).
Notas :
1 Ingreso total menos transferencias recibidas
de otros gobiernos.
2 Gastos totales menos transferencias realizadas
a otros gobiernos.
3 Transferencias recibidas de otros
gobiernos, en
porcentaje de sus ingresos totales.
4 En el caso de Argentina, los ingresos
provinciales se consideran, desde el enfoque de la repartición fiscal (fondos
en "coparticipación"), como ingresos provinciales autónomos.
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